El incremento sostenido del poder calorífico del gas natural que llega desde Vaca Muerta empieza a tener efectos sobre el mercado minorista de GNC. Según publicó el sitio especializado Surtidores, las estaciones de servicio enfrentan mayores costos debido a que las distribuidoras ajustan el volumen entregado en función de la energía contenida en el producto. Esta situación pone presión sobre la rentabilidad del sector, que advierte que no puede trasladar el aumento al consumidor sin afectar la demanda.
“El poder calorífico ya está sostenido arriba de las 9.800 kilocalorías”, explicó Juan Manuel Rumin, vicepresidente de CESGAR, la Cámara de Estaciones de Servicio de Rosario. “Esto genera que las distribuidoras nos ajusten el volumen entregado, y en algunos casos se termina pagando más de un 5% del volumen realmente entregado”, señaló.
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El poder calorífico mide cuánta energía aporta cada metro cúbico de gas. A mayor valor, más capacidad energética, pero también un ajuste técnico que impacta en el costo para las bocas de expendio. Con el aumento en la inyección de gas proveniente de la formación Vaca Muerta, este índice se ha incrementado, lo que encarece la operación para las estaciones de GNC.
Rumin aseguró que el fenómeno no se limita a una región específica. “En el Litoral lo vemos con claridad, pero colegas de otras partes del país están reportando el mismo impacto”, declaró a Surtidores. A diferencia de los grandes consumidores o del sector industrial, las estaciones tienen menor capacidad para negociar contratos o acceder a precios especiales, por lo que absorben la totalidad del ajuste.
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Dificultad para trasladar el aumento al surtidor
El problema central para el segmento minorista es que el sobrecosto no puede trasladarse de forma directa al usuario. “La única alternativa sería meter más presión al consumidor, pero eso pone en riesgo la sostenibilidad del mercado”, explicó Rumin.
En Argentina hay más de 1,6 millones de vehículos convertidos a GNC, lo que representa una de las flotas más importantes del mundo. El sector emplea a más de 15.000 trabajadores directos y se consolidó como una alternativa de movilidad frente a los combustibles líquidos. Sin embargo, esa competitividad depende de que el precio por kilómetro recorrido se mantenga por debajo del de la nafta o el gasoil.
“Si el GNC se encarece demasiado, la demanda cae y eso afecta a toda la cadena: estaciones, talleres de conversión y proveedores”, remarcó el dirigente.
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Un mercado con presión acumulada
La situación del GNC ya venía marcada por varios factores que limitaban su rentabilidad: aumentos en los precios mayoristas, subas en tarifas de transporte y distribución, y una regulación que no siempre acompaña la realidad del negocio. A todo esto se suma ahora el impacto del nuevo perfil técnico del gas de Vaca Muerta, que agrega presión a una ecuación comercial ajustada.
Además, las tarifas de transporte y distribución también se calculan sobre el poder calorífico, lo que amplifica el efecto del cambio técnico. El impacto acumulativo en toda la cadena de costos deja a las estaciones con escaso margen para sostener precios sin pérdida de volumen de ventas.