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domingo, julio 27, 2025

Lamelas o Cristina

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La legitimidad electoral en la Argentina está cuestionada. Ya observamos desde estas columnas que el impacto de la proscripción de Cristina Kirchner para el peronismo bonaerense y el proceso democrático general es inaceptable e insalvable.

Es evidente que, si se mantiene la tendencia observada sobre el 25% que ya votó en elecciones anteriores este año, en Buenos Aires votaría el 50% del padrón de electores habilitados entre los segmentos vulnerables y adicionalmente con Cristina Kirchner proscripta, una opción mayoritaria entre los sectores empobrecidos, materializará un verdadero cepo a las preferencias populares.

Ciertamente hay un claro sesgo socioeconómico en la no participación. Hay una relación directa: “A mayor vulnerabilidad social, más ausentismo electoral”.

Esto no les gusta a los autoritarios

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Esta heterogeneidad señala a los segmentos de la población socioeconómicamente más desfavorecidos como aquellos más desconectados, o que rechazan pasivamente el proceso electoral.

Tal como señalamos en forma precedente, se observa la consolidación de un “voto calificado estructural” como una característica definitoria del sistema electoral actual. Este concepto describe un escenario en el que “el voto positivo crece hacia la cima de la pirámide de estratificación social”. En términos prácticos, esto significa que los individuos que pertenecen a estratos socioeconómicos más altos tienen una probabilidad demostrablemente mayor de emitir un voto positivo, aumentando así su peso político efectivo.

Complicado engendro el combo ausentismo-proscripción de la principal opositora para ser administrado en democracia: se está consolidando un “voto calificado” estructural en elecciones ilegítimas.

Así las cosas, la proscripción de Cristina Kirchner asigna un valor democrático y representativo muy relativo o nulo a la elección bonaerense y las que sigan, como estuvieron cuestionadas en su legitimidad y representatividad democrática, las que se sucedieron cuando notables líderes históricos también fueron impedidos de competir.

Sucedió en varias oportunidades con Juan Domingo Perón proscripto y más recientemente con Evo Morales, Rafael Correa y Lula da Silva, que se mostraron como proscripciones todas ellas promovidas ilegalmente mediante lawfare y con una clara injerencia norteamericana.

Injerencia que tras las declaraciones del embajador Peter Lamelas, quedaron muy evidentes y permite ya imaginar para los que necesitaban más pruebas, desde dónde partió la orden de proscribir y apresar a Cristina Kirchner.

Se trata de una injerencia directa de Estados Unidos para arrebatar la posibilidad de que un sector (amplio) de la ciudadanía vote a la principal opositora.

Reiteramos, por si quedaban dudas para algunos propios y extraños, Pedro “Picapiedra” Lamelas, las ha disipado absolutamente.

A partir de este reconocimiento explícito de intervención en los asuntos internos del país en general y su sistema de preferencias electorales en particular, insistimos en que las elecciones que se sucedan pierden toda representatividad y legitimidad democrática, a menos que se asuma la condición de colonia norteamericana.

Hay coincidencia horizontal en este punto, desde el peronismo kirchnerista hacia la izquierda del espectro político electoral.

No así en la ultraderecha gobernante que considera al embajador Lamelas un enviado de Donald Trump y entonces acepta su planteo de vasallaje consentido como parte de su “política exterior”, pero tampoco los ladridos de Lamelas fueron repudiables para muchos sectores que se dicen “opositores”, incluido el peronismo “anti-K”, el segmento que aún no se integró orgánicamente a La Libertad Avanza.

Peronismo conservador, en su mayoría nostálgico del menemato, que no manifestó repudio alguno, ni a la proscripción de Cristina Fernández de Kirchner y mucho menos aún a la injerencia norteamericana en el sistema político y electoral.

Sabíamos ya que en el sistema económico son fieles partidarios de aceptar las políticas del Fondo Monetario y de ser posible volver a ser “sus mejores alumnos”, como en los trágicos años 90.

Peronismo de derecha que, en su versión más bizarra, tal vez asume que si Trump es Perón, y “como los tiempos han cambiado”, nos ha enviado su Braden, un regalito que debe aceptarse y “sin chistar”, estimados lectores de PERFIL.

*Director de Consultora Equis.

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