El Centro Cultural de Comodoro Rivadavia se tiñó de colores y risas este domingo durante el emotivo egreso de 11 nuevas payamédicas. Tras dos meses de capacitación intensiva, estas mujeres recibieron sus certificados y un presente simbólico que las acredita como agentes de alegría, listas para intervenir en hospitales e instituciones de salud.
Una de las nuevas payamédicas de Comodoro Rivadavia
Lidia Oviedo, referente histórica del grupo en la ciudad y capacitadora, no pudo contener la emoción al dirigirse a las flamantes egresadas: «Ahora vamos a poder estar en todas las instituciones que nos piden presencia. Cada una de ustedes lleva un don especial: transformar el dolor en esperanza». Como gesto de gratitud, las alumnas le entregaron un regalo y un abrazo colectivo que selló el compromiso compartido.
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El poder terapéutico de la risa
El cierre del acto, dirigido por Levang Macharasvilli, fue una celebración en movimiento: las egresadas bailaron junto al público al ritmo de una zamba alegre, demostrando que el juego y el arte son herramientas tan vitales como cualquier medicamento.
El acto se realizó este domingo en el Centro Cultural
Las nuevas payamédicas – Alejandra, Viviana, Susana, Fabia, Elida, Lorena, Romina, Gloria, Paola, Yessica, Karina, Elida y Gloria – se suman a un equipo que ya es parte del paisaje sanitario local. En Comodoro y otras ciudades patagónicas, estos voluntarios visitan regularmente el Hospital Regional, el nosocomio de Rada Tilly y el Hogar de Ancianos, donde su trabajo ayuda a:
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- Reducir la ansiedad prequirúrgica en niños (según estudios de la UNPSJB).
- Mejorar la adherencia a tratamientos en pacientes crónicos.
- Romper la rutina en espacios de internación prolongada.
«Un abrazo disfrazado de payaso»
«No usamos batas, pero llevamos sonrisas recetadas», suele decir Macharasvilli sobre esta práctica que combina técnicas teatrales con acompañamiento emocional. En la Patagonia, donde las distancias y el clima hostil profundizan la soledad de muchos pacientes, los payamédicos se han convertido en «ángeles con zapatos gigantes» (como los definió una enfermera del Hospital Alvear).
El programa, que surgió en Argentina en los 90, tiene raíces locales desde 2010 y ya formó a más de 60 profesionales en Chubut. «Acá aprendemos a leer miradas más que historias clínicas. A veces, un globo o un chiste son el mejor analgésico», compartió Romina, una de las egresadas, mientras ajustaba su nariz de goma espuma.
El evento terminó con una consigna clara: «Que no se apague la risa donde más se necesita».