Cordobesa en Buenos Aires, productora en el escenario, bailarina de ballet que pateó el tablero. Rocío Pardo es multifacética, llega a la nota con LA NACION dispuesta a hablar de todo: su trabajo, su relación con Nicolás Cabré, la familia ensamblada con Rufina -la hija de su pareja con la China Suárez- y cómo logró despegar su carrera de la de su padre, el productor teatral Miguel Pardo. Solo para una cosa le cuesta soltarse: las fotos. Aun así, hace la sesión y, ya más tranquila, se dispone a charlar.
A meses de dar el “sí” con Nicolás Cabré en Villa Carlos Paz, la productora artística de Pretty Woman confesó que a ambos les gustaría irse a vivir en las sierras cordobesas y adelantó que se preparan para dirigir una comedia durante la temporada. Además de recordar su infancia entre bambalinas acompañando a su familia, se refirió a las polémicas que se suelen generar en torno a los viajes de Eugenia Suárez y Mauro Icardi que indirectamente afectan a su pareja: “A veces vemos cosas que no son verdad y estamos tranquilos porque sabemos que Rufi se está criando, por nuestra parte, en un ambiente con mucha armonía”.
—En Pretty Woman tenés doble rol: arriba del escenario como parte del ensamble y debajo como productora artística…
—Es un desafío muy grande porque es difícil estar abajo y arriba del escenario. Estar en toda la previa encargándome de que todo esté bien, de que todo vaya correctamente y después, bueno, meterme 100% en el personaje que tengo que interpretar. El productor artístico es el que se encarga, justamente, de toda la parte artística del proyecto, desde crear el título o conseguirlo, elegir directores, coreógrafos, director musical, actores, armamos la puesta en escena, la escenografía, las luces y lo llevamos adelante. Es un montón y soy muy obsesiva a la hora de trabajar, entonces inevitablemente me meto en todo.
—¿Cómo surgió la idea de hacer Pretty Woman?
—Lo armamos en conjunto con Flor Peña, Ricky Pashkus y con mi papá, creíamos que era un título que tenía mucho potencial, y sobre todo para ella, que es una excelente comediante, porque es una obra para que haga alguien que maneje muy bien la comedia.
—¿Sos más productora que actriz?
—Me crie en un teatro. De muy chiquita fui aprendiendo al lado de mi papá y pasé por todas las facetas que tiene el teatro. Empecé limpiando baños, hice pochoclos, fui acomodadora, aprendí a manejar consolas de sonido y de luces. Pasé por todas las áreas hasta que fui la mano derecha de él, que para mí fue el desafío más grande porque eran muchas producciones. Yo tenía 16 años y era la mano derecha de mi papá. A su vez tenía ese lado artista que quería explotar como bailarina y actriz. Pero hoy mi prioridad es la producción y la dirección, es lo que más me apasiona, aunque escucho las propuestas.
—¿Qué sentiste cuando tu papá te dijo que empezaras de abajo?
—Bien, yo creo que él enseñó con su ejemplo, empezó muy de abajo y nos enseñó ese mismo camino. Así, cuando uno llega al lugar que desea, todo tiene mucho más peso. Lo aplico también para la vida.
—¿En ese momento también lo entendiste así?
—Es que siempre nos enseñaron eso, nunca lo cuestioné, nunca pedí más de lo que me merecía y si no estoy a la altura de hacer algo, claramente no lo hago. Así que creo que ese es el mayor aprendizaje que tuve. La producción tiene un camino difícil, porque no siempre sale bien, uno propone y después la gente elige o no, y es como una incertidumbre muy grande a la hora de producir, porque viví todo al lado de mi padre: éxitos, fracasos, replantearse todo desde cero…
—Y en Argentina, con sus avatares…
—Eso te prepara, porque estamos acostumbrados a producir en un suelo muy poco firme, sin saber lo que puede pasar de acá en un periodo corto. En España, donde también tenemos producciones, está todo mecanizado y perfecto, y cuando hay una complicación no se sabe cómo resolverla. Todos los que emprendemos en Argentina tenemos esa escuela.
—¿Estás produciendo algo más además de Pretty Woman?
—Bueno, en temporada tenemos más de 30 producciones. Pero en lo personal, estoy contenta porque vamos a dirigir una obra con Nico (Cabré); va a ser la primera obra que dirijamos juntos, porque a los dos nos gusta mucho dirigir.
—¿Hablás de Yepeto?
—No, eso lo hará él solo y es un desafío dirigir algo que hizo en su momento, que era muy joven. Pero esto no tiene nada que ver, es una comedia para hacer en temporada y traer a Buenos Aires. Estrenaremos en Carlos Paz. Se llama Ni media palabra, de un actor uruguayo, es muy divertida, con muchos giros. Son tres personajes que los develaremos de a poco.
—¿Tienen la misma mirada artística?
—Tenemos una mirada muy parecida, por eso prensamos en dirigir juntos, nos gustan las mismas cosas y nos complementamos. A mí me gusta mucho más todo lo que tenga que ver con la puesta en escena, estoy en estos detalles de cómo lo quiero comunicar, las luces, y Nico está muy enfocado en la dirección actoral, entonces creo que hacemos un equipo espectacular. Yo no tomo ninguna decisión sin que él esté de acuerdo y él tampoco toma ninguna decisión en lo actoral sin que yo crea que tenemos que ir por ese lado.
—¿Y se convive bien trabajando y en la vida?
—Sí, porque nosotros somos muy compañeros. Empezamos a armar nuestro camino juntos, pensando de qué manera podíamos compartir lo que nos gusta. Gracias a Dios tenemos la oportunidad de elegir lo que queremos hacer y siempre tratamos de elegir cosas que no nos saquen de nuestra vida.
—Bailaste toda tu infancia y adolescencia y después colgaste las zapatillas de clásico. ¿Cómo fue ese cambio?
—Fui bailarina de ballet hasta los 19 años. Estaba en una compañía de Brasil donde viví la exigencia de verdad y me di cuenta que es el sueño de toda bailarina, pero no era lo mío. Sin la disciplina que se necesita para dedicarse al ballet no iba a ser feliz, decidí seguir bailando pero me tiré más al contemporáneo y después empecé a bailar otros ritmos.
—Por esa época armaste Pabellón Tornú, una obra inmersiva que se desarrolla en el antiguo Hospital Colonia Santa María de Punilla. ¿Seguís este año?
—Estamos viendo porque es un proyecto que lo empezamos hace más de 10 años, fue mi primera producción, mi primera dirección. Se hace en un neuropsiquiátrico abandonado, creo que la gente va por el lugar y después se lleva la experiencia. Es una obra que requiere de mucho tiempo y dedicación y este año sería complicado. Pero es como mi bebé.
—Fue tu primera producción y sola, sin tu papá.
—Claro. Él una vez fue a comprar entradas y estaba lleno, dijo ‘¿qué onda con este proyecto?’ y le dije que lo invitaba a sumarse y dos años después lo hizo.
—¿Se llevan bien trabajando?
—Sí. Somos seis hermanos (desde 37 hasta 7 años), algunos están en Buenos Aires, otros en Córdoba. A mí me encanta laburar con mi viejo y me encanta que él confíe en mí, en mi punto de vista y a la hora de tomar decisiones es conjunto, nunca me impone una decisión, siempre hablamos todo y siempre buscamos lo mejor.
—¿En algún momento te pesó ser “la hija de…”?
—Al principio, a mis 18 o 19 trataba de laburar en producciones que no tuvieran nada que ver con él. Iba a las audiciones porque a mí eso me hacía sentir como que conseguía los trabajos por mérito propio. Ya no me pesa, simplemente demuestro lo que sé hacer y obviamente habrá gente que le guste más, gente que le guste menos, pero me preparé para estar donde estoy. Desde muy chiquita mi vida era estar en el teatro y ni hablar en la temporada, como mi papá y mi mamá trabajaban ahí, yo no tenía otra opción. A los seis o siete era un juego, pero después me empezaron a dar ganas de trabajar, de meterme y aprender, no solo acompañar. Mi mamá es kinesióloga, es corredora y martillera y también terminó siendo productora.
—Todos los que se acercan a los Pardo terminan produciendo.
—¡Está un poco en nuestra sangre!
—Y este verano, en Villa Carlos Paz, como todos los años…
—Sí. Con Nico igual tenemos ganas de vivir en Córdoba, de ir y venir, con nuestra base acá. Yo tengo todo allá, me encanta y hacer temporada es estar en mi casa.
—¿Por eso eligieron Carlos Paz para casarse?
—Sí, nos sentimos como en casa y Nico también lo considera como un lugar de desconexión, de mucha tranquilidad y nunca hubo otra opción. Va ser el 6 de diciembre, todavía no tenemos mucho armado, pero ya le pedimos a nuestros familiares que se reserven ese día, después enseguida empezamos a trabajar. Será por civil y luego habrá fiesta.
—¿Habías pensado en casarte antes?
—Creo que uno no se lo plantea hasta que de repente te ves proyectando y teniendo este tipo de planes. Con Nico fue algo desde el día uno, no es que hubo un proceso en el medio de conocernos o ver qué onda la otra persona. Nos conocimos y fuimos a mil por hora. Fue demasiada la compatibilidad en todos aspectos. No nos conocíamos del medio tampoco, nos vimos y hasta hoy no nos depegamos.
—¿Qué es lo que más te atrajo?
—Es muy buena persona y cómo es conmigo también, cómo es con Rufi, es lindo en todos aspectos. Aparte es una relación sana, estamos muy tranquilos y creo que los dos nos priorizamos.
—¿La diferencia de edad tampoco fue tema?
—No, porque mi estilo de vida siempre fue muy tranquilo, no me gusta salir, me gusta estar en casa y a él también.
—Cuando vos eras chica, él ya era famoso, ¿mirabas sus novelas?
—Pasa que durante mi infancia en donde él estaba en todas estas novelas, yo me la pasaba en el teatro. A la noche nos sentábamos a cenar con la tele, estábamos en el teatro trabajando, entonces me perdí su etapa de actor de telenovela.
—¿Cómo te llevás con la exposición y la fama de ambos?
—Muy tranquila. Es lo que ves, somos lo que mostramos y no hay nada más que eso.
—¿Y toda la cuestión mediática que a veces aparece de manera indirecta?
—Mirá, lo que te puedo decir es que por nuestro lado hay mucha armonía, muchísima. A veces vemos cosas que no son verdad y estamos tranquilos porque sabemos que Rufi se está criando, por nuestra parte, en un ambiente con mucha armonía.
—¿Cuando ves algo que no es verdad no te dan ganas de responder o decís “acá adentro en casa está todo bien” y listo?
—Bueno, eso me enseñó Nico también, a controlarme. Yo soy un poco más impulsiva y a veces digo “pero ¿de dónde sacan esto?“. Entiendo cómo funciona y entiendo que muchas veces se van a decir cosas, pero lo bueno es uno saber quién es, saber cómo se está manejando.
—¿Te costó ensamblar la familia?
—No, porque yo vengo de una familia ensamblada. Nosotros somos seis hermanos de los cuales dos son de otra madre, entonces estamos acostumbrados a estar en la misma familia. Todo tiene que manejarse con mucha armonía, tiene que haber mucho respeto y entender que hay niños de por medio y que hay que cuidar su salud mental y priorizarlos a ellos. Lo más importante. Los adultos nos podemos arreglar por fuera, pero los niños hay que cuidarlos.
—Casamiento, co-dirección con Nicolás, ¿algún otro proyecto en puerta que se pueda contar?
—En octubre vamos a anunciar algo nuevo junto a Ricky (Pashkus) que va a ser una sorpresa para todos, pero un megaproyecto que vamos a estar dirigiendo. Por otro lado tenemos varias licencias para producir pero vamos a ir de a poco.
—Hablando de licencias, en cartel está Pretty Woman, La Sirenita, Rocky, La historia sin fin, películas clásicas ya que fueron adaptadas al teatro, ¿cómo lo ves?
—Es espectacular y me encanta ver lo que está pasando en el teatro argentino. Es hermoso y la cantidad de laburo que se genera con estas producciones. En Pretty Woman somos setenta personas trabajando, es un montón y estamos contentos de poder generar tanto laburo y terminamos siendo una familia de tantas horas compartidas. Además, creo que el entretenimiento es fundamental, es lo que la gente necesita para desconectar, para tener un ratito de estímulo, de no pensar en nada, de no agarrar el teléfono. Así que creo que el teatro es algo que te mantiene vivo y te mantiene desconectado de todo lo que puede pasar afuera por el tiempo que te dure lo que vas a ver.