El primer relevamiento aéreo de la temporada, realizado por investigadores del CENPAT-CONICET, registró 2.110 ballenas en la región, de las cuales 826 son crías. Se trata del número más alto en los 25 años que lleva esta tarea de monitoreo.
El martes 19 de agosto, científicos y científicas del Laboratorio de Mamíferos Marinos (LAMAMA) del Centro para el Estudio de los Sistemas Marinos (CESIMAR-CONICET) realizaron el primer censo aéreo de ballena franca austral (Eubalaena australis) de la temporada, que arrojó un registro histórico. En total se contabilizaron 2.110 ejemplares, entre ellos 826 crías, cifra que marca un récord absoluto desde que esta actividad se inició en 1999.
La mayor concentración de ballenas se observó en sitios tradicionales como El Doradillo, las costas cercanas a Puerto Pirámides y el Golfo San José. También se detectaron grandes grupos en la costa externa de Península Valdés y en el Golfo San Matías, en el norte de Río Negro.
Según precisó el investigador Mariano Coscarella, “los golfos son las zonas preferidas y donde más se aglutinan. Descubrimos que hay un patrón en el que se producen momentos de máxima abundancia y luego los animales comienzan a distribuirse. En el Golfo San Jorge se observan numerosos grupos de cópula y estimamos que San Antonio Oeste también tendrá una gran concentración de ejemplares”.
El relevamiento se llevó a cabo a bordo de un avión del Aeroclub de Puerto Madryn, con la participación de los becarios del CESIMAR Santiago Fernández, Virginia Tortolini y Ayelén Tschopp, junto al piloto Pedro Domínguez. Está previsto que se realicen otros dos vuelos de control hasta mediados de noviembre.
Los censos aéreos de ballenas se realizan de manera casi ininterrumpida desde 1999 y son financiados por las empresas de avistaje. “La población de ballenas ha crecido desde el año 2000, cuando se registraban apenas 500 ejemplares y 150 crías. Luego se mantuvo un crecimiento más suave hasta 2018, se estabilizó unos años y desde 2023 volvimos a ver un aumento importante, sobre todo en la cantidad de crías”, detalló Coscarella.
Por su parte, Enrique Crespo, investigador retirado del mismo instituto, destacó: “Estamos en un universo en cambio. Desde que empezamos a trabajar con mamíferos marinos vemos que especies que fueron muy explotadas en los siglos XVIII, XIX y XX han logrado recuperarse. Ese proceso se da acompañado de modificaciones ecosistémicas que seguimos monitoreando en el largo plazo”.