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domingo, diciembre 7, 2025

Lionel Messi, campeón de la MLS: las dos asistencias para Inter Miami en la final contra Vancouver

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Lionel Andrés Messi bien puede reclamar la propiedad intelectual de dos goles y medio de los tres que Inter Miami le anotó a Vancouver Whitecaps. El 3-1 final en Fort Lauderdale les sirvió a las Garzas para levantar por primera vez la MLS Cup. Y el capitán, su jugador-franquicia, redondeó un desempeño a la altura de una temporada mágica: hizo dos pases-gol y totaliza 407 asistencias en su carrera. Más que ningún otro futbolista a lo largo de la historia.

Mientras el cuerpo aguantaba, la Pulga era un futbolista de noventa, cien minutos. Y jugaba casi de todo en el ataque: delantero, falso 9, mediapunta, 10 clásico, extremo. A los 38 años, el rosarino se recuesta más sobre una banda –este sábado eligió la derecha– y es un jugador de momentos. Inter Miami es un fiel cultor de la aquella frase que reza “la pelota, siempre al 10″, por lo que el capitán aparece cuando su equipo tiene la posesión.

Un abrazo entre Messi y Javier Mascherano luego de que Inter Miami se consagrara campeón; una alegría en dos carreras entrelazadas durante varias temporadas.ELSA� – GETTY IMAGES NORTH AMERICA�

Hoy más mortal pero siempre decisivo, Messi puede perder el balón. Puede, incluso, errar un pase. Pero sigue siendo garantía de lo impensado, lo imprevisible. Es de los pocos, quizás un único ejemplar, que pueden sacarse de encima a dos jugadores con un solo movimiento y hacer que los hinchas se estrujen las palmas para aplaudirlos, por más que la jugada termine en nada. Y si concluye en la red, y ese gol sirve para abrir el marcador en una final, tanto mejor. En su caso, aun cuando la pelota pasó por Rodrigo De Paul y Tadeo Allende –todos argentinos– antes de dormir en el arco de Vancouver por un gol en contra y eso no cuenta como asistencia, Messi fue el autor intelectual de ese 1-0.

Por más que su documento acusa 38 años y su carrocería ya no esté 0 kilómetro, cuando Messi pone el turbo no hay quien lo frene. Como en el segundo tiempo de la final de la MLS Cup, cuando apiló rivales sobre el costado derecho y se escabulló casi en la frontera de la cancha. Sobrevoló por Fort Lauderdale la imagen de la recordada maniobra contra Josko Gvardiol, defensor croata, en una semifinal del Mundial de Qatar. Aquella vez, la Pulga sacó a pasear al actual defensor de Manchester City. Esta vez, en el sol de Florida, ridiculizó a cualquiera que osara intentar quitarle el balón. Como un niño. Messi y la pelota.

Leo celebra con su mujer, Antonella Rocuzzo, el título de campeón de la Major League Soccer, la competencia que le faltaba a su palmarés.RICH STORRY – GETTY IMAGES NORTH AMERICA

Es cierto, la jugada terminó en nada. Pero sirve para marcar el carácter de Messi, a quien no hace mucho le endilgaban que “desaparecía” en los partidos decisivos. Las conquistas en la selección desbloquearon a Leo, que ahora juega todos los encuentros como si fueran finales. Ese gen competitivo lo diferencia de sus colegas: el 10 todavía juega a la pelota, como lo hacía en el Club Grandoli, de su natal Rosario.

Prueba de su carácter fue el segundo gol de Inter Miami, que volcó la final tras el 1-1 parcial. El zurdo presionó a Andrés Cubas –argentino nacionalizado paraguayo, formado en Boca–, mediocampista de Vancouver que giró en falso e intentó un pase, y Messi le robó el balón. No tenía ni tiempo para pensar, abarajado por varias camisetas blancas. Y sin embargo el rosarino divisó a De Paul y le entregó en bandeja el gol. El ex mediocampista Racing sólo tuvo que correr y definir cruzado para el 2-1.

Pero habría más. Porque para Messi, hasta la última pelota puede ser decisiva. En su caso, fue la penúltima. El capitán dominó de pecho y en movimiento un pase muy alto y, sin que picara la pelota, habilitó de zurda a Allende. El cordobés estuvo a la altura del pase “messiánico” y convirtió. Hubo abrazo entre asistidor y asistido. Y hubo, también, un festejo loco de Javier Mascherano. Gracias a Messi, el Jefecito disfrutó lo que implica ser campeón. No llegó a Fort Lauderdale con buenos antecedentes, pero en un año llevó al equipo a ser el campeón de la liga. Y a conseguir más de 100 goles en una temporada.

Messi no tocó tantas veces la pelota como se puede suponer por su influencia en el marcador: lo hizo en apenas 45 ocasiones. Una cada dos minutos. El dato muestra que el rosarino no aparece siempre –para no desgastarse–, sino cuando más importa. Cuando el equipo más lo necesita. Realizó cuatro pases importantes y acertó 17 de los 19 envíos a sus compañeros. Sin embargo, no fue tan explosivo como en otras ocasiones: apenas tres de sus ocho gambetas fueron exitosas, según Sofascore. En todo caso, el premio al MVP del partido fue casi una obviedad.

Messi volvió a jugar una final como si fuera la última de su carrera. Tal vez lo haya sido; ni siquiera él lo sabe. Lo disfrutan su equipo y su gente, que celebró la obtención de la MLS Cup. A los argentinos en el estadio la imagen los retrotrajo a las de Lusail con la Copa del Mundo de 2022. Y alguno puede haberse ilusionado con una eventual repetición en el MetLife, de Nueva Jersey, sede de la final del Mundial del año próximo. La Pulga provoca que miles y miles de argentinos elijan creer. Creer que es posible.

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