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martes, junio 17, 2025

Límites en la medición del índice de precios

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En la economía Argentina la correcta medición de la inflación resulta de gran relevancia ya que se encuentra ligada a la evaluación del éxito o fracaso de una política económica que buscar reducirla. Actualmente el país ha experimentado una reducción sustancial de la tasa de inflación (aunque aún elevada para los estándares internacionales) al tiempo que surge la necesidad por parte de organismo oficial encargado de la medición del índice de precios al consumidor (IPC) de poner sobre el tapete la efectividad del índice para capturar el verdadero comportamiento de los precios.

Para proseguir con el análisis, es importante antes resaltar la diferencia conceptual existente entre los índices de precios oficiales relevados por las agencias de estadísticas respecto del costo de vida. El primero de ellos releva la evolución de los precios de una canasta fija de bienes consumida por una población de referencia, mientras que el último es un concepto teórico que intenta medir la variación del costo de mantener el mismo nivel de vida, considerando la capacidad de los consumidores para adaptarse a los cambios de precios. La diferencia planteada da lugar a la aparición de sesgos que se tratarán luego.

Bajo la trama descripta, vale traer a escena el debate que se dio a mediados de la década de los ’90 en EEUU sobre la medición del IPC. Precisamente, en el año 1995 el senado de los EEUU designó una comisión llamada “Comisión Asesora para el Estudio del Índice de Precios al Consumidor” cuya principal tarea era estudiar posibles sesgos en el cálculo del IPC. La conclusión de la tarea arrojó como resultado un informe denominado coloquialmente como “Informe Boskin”, ya que Michael Boskin era el presidente de la comisión asesora, en el cual se concluyó que el IPC sobreestimó la inflación en aproximadamente 1,1 puntos porcentuales anuales en 1996 (también se resalta que en décadas anteriores posiblemente el cálculo haya exagerado aún más la medición).

La relevancia del Informe Boskin fue trascendental para su época. La inflación calculada por la “Bureau of Labor Statistics” se utilizaba para indexar los aumentos anuales de los pagos de la seguridad social, entre otros programas de transferencias. La implicación de la sobreestimación de la inflación es que el presupuesto federal había aumentado más de lo debido como así también las proyecciones de los déficits presupuestarios.

En lo que respecta a la cuestión técnica que revisa el informe, vale destacar los principales sesgos presentes en la medición del IPC:

Sesgo de sustitución de bienes: Ocurre frente a un cambio de precios relativos, en donde la canasta fija de bienes que suelen considerar los IPC no logra capturar la sustitución de bienes que se vuelven relativamente más caros por otros más baratos. Por ejemplo, si las manzanas aumentan un 10%, no implica que el consumidor esté 10% peor ya que puede sustituir algunas manzanas por peras cuyo precio no ha subido. Vale destacar que las agencias de estadísticas para la elaboración del IPC suelen considerar una canasta fija de bienes, la cual surge de encuestas de gastos de los hogares realizadas cada cierto número de años.

Sesgo de sustitución de puntos de venta o tiendas de descuento: En este caso la sustitución ocurre a nivel de comercio. Dado que el IPC se releva en una muestra fija de lugares de compra, no se estaría contemplando cambios en el comportamiento del consumidor el cual accede a otro tipo de tiendas que ofrecen descuentos.

Sesgo de cambio de calidad: Dicho sesgo ocurre cuando mejoras en la calidad de un producto no está contemplada en los precios adecuadamente. Un ejemplo que ilustra el punto respectivo es el de los focos de iluminación que duran más y consumen menos energía, dándose el caso en donde el consumidor está dispuesto a pagar más por una versión mejorada del producto (las mejoras tecnológicas no se estarían considerando en el índice de precios).

Sesgo de nuevo producto: Este sesgo es típico de un índice en donde la participación de los bienes y servicios en la canasta de consumo se mantienen constantes a lo largo del tiempo (técnicamente se llama índice de Laspeyres). El mismo ocurre cuando en la canasta de consumo no se incluyen productos nuevos que resultan ser relevantes en la actualidad. Un ejemplo típico de dicho fenómeno fue la falta de incorporación de la telefonía celular en la medición del IPC.

Recientemente en Argentina se anunció que el INDEC actualizará el IPC con una canasta que incluirá nuevos hábitos de consumo[1]. Entre las medidas se destacan las inclusiones de telefonía celular y servicios de streaming (Netflix), por citar algunos. Dicha modificación es un paso hacia la construcción de un índice relevante para los consumidores y hacedores de política. Es importante no perder de vista las implicancias macro-fiscales que tiene dicha medición, tal como supo reportar el Informe Boskin, al tiempo que posibilita a los consumidores tomar mejores decisiones en función de contar con estadísticas más adecuadas.

*Norberto Mangiacone es economista del CEFIP-IIE-(FCE UNLP)


[1] El actual IPC se calcula en base a la Encuesta Nacional de Gasto de los Hogares (ENGHO) 2004-2005, con un índice base de 2016.

por Norberto Mangiacone

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