La noche del viernes 24 de octubre se puso tensa cuando Daniel Roggiano comenzó a informar sobre el clima y el tránsito en el AMBA desde el interior de un automóvil, en plena antesala de fuertes tormentas. De repente, su voz titubeó, su discurso se volvió confuso y las cámaras registraron un instante incómodo. La señal lo sacó del aire y las redes explotaron con teorías, preocupación y morbo. El conductor, rápido de reflejos, aseguró al aire que la situación estaba bajo control, pero el estruendo digital ya había empezado.
Mientras explicaba la secuencia climática, el meteorólogo lanzó una advertencia que sonó clara y firme: “Para que entendamos, esta situación de lluvias es aislada. Recuerden que estamos en alerta amarilla vigente para el AMBA, y que entramos en alerta naranja, también vigente para el AMBA, en la madrugada por la posibilidad de tormentas fuertes”. Segundos después, su relato comenzó a trabarse. “Vamos más allá, nos vamos a la mañana donde vamos a tener también lo que es… así que bueno, eso es justamente lo que tenemos y además, a ver, a ver, sí”, murmuró mientras la transmisión se desmoronaba ante los ojos del público.
Desde el piso, Rodolfo Barili buscó calmar las aguas con tono paternal. “Está bien, se mareó por el movimiento del auto”, aclaró, intentando clausurar el susto. Pero el comentario no fue suficiente para detener el tsunami de conjeturas que ya circulaba por todos lados. Y es que cuando algo sucede en vivo, la audiencia no olvida ni perdona: captura, comparte, especula.
Las horas siguientes fueron un hervidero en redes sociales. Entre memes, diagnósticos improvisados, preocupación genuina y dosis de morbo, la conversación no frenó. Algunos usuarios exageraron cuadros médicos, otros inventaron internaciones, mientras los más prudentes pedían información oficial. La televisión, otra vez, había dejado una escena digna de archivo.
DANIEL ROGGIANO CONTÓ QUÉ LE PASÓ
Finalmente, Daniel Roggiano reapareció para barrer rumores y tranquilizar corazones exaltados con un mensaje directo. No hubo dramatismo ni misterios, solo explicación y agradecimiento. Su tono buscó ponerle fin al juego de teléfono roto que se había armado en cuestión de minutos.
“Me agarró un mareo por estar dado vuelta en el auto, mirando al revés del tránsito. Gracias por preocuparse”, aseguró, desactivando de un plumazo las sospechas más sensacionalistas y cerrando un episodio que mostró, una vez más, cómo la televisión en vivo puede encender fuegos inesperados.